Agustin Lombardi — En la vida o en los negocios, el equilibrio es fundamental. Y en la relación entre ser y parecer o identidad e imagen, no es diferente.
“La apariencia no substituye la aptitud, pero no hay aptitud que no se favorezca con una buena apariencia.” Gloria Kalil.
En esta frase queda claro que no existe una sin la otra y el beneficio mutuo es concreto. Por momentos, la “apariencia” puede llegar en primer lugar, y obligar al “ser” a desarrollarse para entregar aquello que por la imagen construida fue prometido. Pero también es posible que el “ser” venga primero, y necesite de la “apariencia” para tornarse como una realidad perceptible. Para explicar mejor esta dualidad, es comúnmente utilizada la analogía del “iceberg” como forma de ilustrar su relación e interacción. Por eso, nos valdremos de ella para ejemplificar esta colocación.
A simple vista podemos notar la separación del iceberg en dos partes: a. Emergida (visible) y b. Sumergida (invisible):
a. Todos los elementos emergidos son (o deberían ser) todos los puntos de contacto e interacción de la marca, y tienen como objetivo proyectar la empresa para su público.
b. Los elementos sumergidos son la esencia de la empresa, su ADN. Es aquí donde se encuentran sus características únicas que la diferencian de la competencia.
De esta forma, el público a través de la parte visible de la empresa interpreta aquello que constituye su identidad “no visible” y crea la representación mental de la marca, a la cual llamamos Imagen. Quiere decir, que el equilibrio y coherencia entre aquello que somos y parecemos es fundamental si queremos conducir correctamente a nuestra audiencia.
Parecer algo que no somos, o en proporción mayor a la verdadera identidad generará en ambos casos, frustraciones. De la misma forma que, no cuidar de la imagen, es perjudicial por tener una identidad rica y cultivada pero invisible a los ojos del público. Siendo así, tornamos inerte todo el potencial transformador de nuestra marca.
“Quien tiene un porque vivir, soporta cualquier como.”
Friedrich Nietzsche.
Atentos a esta frase, vemos que el punto principal para iniciar la construcción de nuestra imagen es saber: ¿A dónde queremos llegar? Y respondiendo a esta pregunta habremos colocado nuestro objetivo, que será la fuerza motriz y fuente de sentido para todos nuestros esfuerzos. Por eso, nunca se olvide que, entre ser y parecer equilibrio tiene que haber.
Agustin Lomabrdi es CEO de Eldorado Branding (Brasil)
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